Darnassus

En un momento de confusión, deje de percibir cualquier estimulo del exterior, cualquier sensación fuera del universo que se ha creado entre Etérea y yo, entre su aroma, su calor, su suavidad de tacto. Sus suaves besos. En una especie de inconsciencia voluntaria, navegaba en sensaciones que por primera vez me invadían. Mis dedos tocaban su piel como quien tiene miedo de tocar una imagen y descubrir que solo es un espejismo.
Mas que un espejismo, era una especie de realidad que tiene la propiedad de embriagarte, de perderte, de poseerte.

Una plenitud, una ensonnacion, un intento desesperado de atrapar el momento y no soltarlo jamas, de no terminar nunca, de no despertar nunca. Un instante en donde crees posible que lo infinito exista.
Sus cabellos entre mis manos, su rostro que descubro por primera vez, sus ojos que exploro con curiosidad, con apetito. Su aroma, ese aroma que parece compuesto de mil fragancias, tan sensual y personal, que se infiltra en mi memoria grabando su paso, volviéndose irrepetible, particular, única.
Le susurro palabras al oído de las cuales ya no tengo recuerdo, por que ellas no importan en cuanto a su significado, sino en cuanto a su momento. Sin embargo todo tiene una insoportable sensación de levedad, de fragilidad, de efímero.
Una sensación que a medida que pasa el tiempo se hace inevitable. El calor, la dulzura y sensualidad de su cuerpo, la intensidad de su mirada, el ansia de sus caderas sobre las mías, todo comienza a disolverse, a desvanecerse a regresar a esa oscuridad que compone la inconsciencia. Intemporal, limbica, vacia que no ofrece transición ni clemencia cuando en una brusquedad salvaje, varios golpes me devolvieron a la consciencia.

Prisionero, atado con ferocidad, hago frente a mi torturador ocasional, que tal vez también sea mi verdugo, si al final de lo que avecina una larga sesión de interrogatorio, no obtiene satisfacción, es decir, respuestas credibles a sus preguntas.
Aprieto los dientes y respiro con profundidad, para mi la vida se anuncia bastante complicada.
El orco, solo golpea, con precisión, pero con controlada intensidad, como una preparación para algo (o alguien) mas.

Cuando el chaman que me capturo apareció en la puerta, un nudo se forma en mi garganta, lo que mas temía no era tenerlo como torturador (lo que ya me había mostrado me daba con largerza para saber que una pesadilla me esperaba con nada bueno para el final) sino la posibilidad de que haya cumplido su promesa. Que lograra capturar a Etérea.

Con una sonrisa en la cara tira de una cuerda de cuero para hacer a parecer tras la puerta a una elfa. El chaman había cumplido su palabra y Etérea me miraba con una exprecion de cólera e incredulidad, pero también con el inicio del temor en los ojos.